En la Iglesia actual está surgiendo una cuestión crucial: ¡el lugar y el papel de la Santísima Virgen María! ¡Cuántas divisiones y oposiciones hay en torno a ella!
Aunque a menudo oculta, la batalla continúa… ¡esta gran batalla, anunciada hace 2000 años, en la que está en juego el destino de la humanidad! ¿Cuál es el papel central de la humilde Virgen de Nazaret en esta batalla apocalíptica?
Una joya escondida
Los Evangelios hablan muy brevemente de la Virgen María, sin duda para centrarse en su Hijo divino, Jesús, el Salvador.
María, como una joya preciosa, estaba oculta al principio. Pero su papel, tan discreto al lado de Jesús, adquiere luego una gran importancia en medio de los Apóstoles, a partir de Pentecostés. Ella fue quien apoyó, guió y animó a la Iglesia naciente. Aunque su Hijo hubiera podido llevársela al cielo con Él en la Ascensión, no lo hizo: la dejó para que continuara su gran misión… Y a partir de entonces, el papel principal de María iba a revelarse al mundo.
La revelación progresiva
Desde los primeros siglos, la Virgen María fue reconocida por la Iglesia como Madre de Dios (dogma del Concilio de Éfeso en 431). Imagínese… ¡es la Madre de la Segunda Persona de la Trinidad! Eso dice mucho de la increíble grandeza de María…
- Y no es sólo grande: ¡María es también perfectamente pura y casta! Esto fue afirmado poco después, en 553, por el Concilio de Constantinopla en el dogma de la virginidad perpetua de María: ¡su cuerpo y su alma son de una integridad absoluta y perpetua!
Tras estas primeras revelaciones en los primeros tiempos de la Iglesia, transcurrieron largos siglos hasta nuestra época moderna. Y ahora, de repente, se nos han revelado 2 nuevas verdades extraordinarias: - ¡María es la Inmaculada Concepción! (dogma de 1854). ¡Ella es el único ser humano perfectamente preservado del pecado! Como Adán y Eva antes de su caída… pero María nunca cedió a ninguna tentación. Ella es la única de toda la humanidad que corresponde enteramente al deseo y a la Voluntad de Dios.
- Y he aquí la consecuencia de tanta perfección: ¡María nunca murió! Sola entre los Apóstoles y todos los Santos, única con su Hijo Jesús, fue elevada al Cielo, en cuerpo y alma. El dogma de la Asunción de María (1950) nos da una esperanza maravillosa: un día, también nosotros podremos ser llamados a resucitar, en cuerpo y alma…
La omnipresencia de María
Desde que entramos en la era llamada «moderna», la Virgen María se ha revelado al mundo de un modo extraordinario, directo y sobrenatural. Ha venido a visitarnos en persona. Ya lo había hecho de vez en cuando en el pasado… ¡Pero ha habido tantas apariciones en los últimos siglos!
Guadalupe, México (1531), Le Laus (1664), rue du Bac en París (1830), La Salette (1846), Lourdes (1858), Pontmain (1871), Champion, EE.UU. (1859), Fátima, Portugal (1917), Banneux, Bélgica (1933), Ile Bouchard (1947), Akita, Japón (1973), Betania, Venezuela (1976), Kibého, Ruanda (1981), todas reconocidas por la Iglesia. Y tantas otras más…
Parece ser que la Virgen María se ha hecho omnipresente en nuestro mundo. ¿Por qué?
La hora de la Madre ha llegado
La respuesta nos la da la última aparición reconocida por la Iglesia: en San Nicolás, en Argentina, la Virgen María se apareció de 1983 a 1990, y esto es lo que nos dice en sus mensajes, tan importantes para nuestro tiempo:
«Ha llegado la hora de la Madre. He venido del Cielo para guiaros a Cristo».
Así que hemos entrado en la hora de María; ¡por eso está tan presente! Esta es SU hora, el momento en que Ella tiene el papel protagonista… Un papel insustituible para la humanidad:
- En primer lugar, como Madre. Porque María es la Madre de toda la humanidad, como han dicho tantos santos, entre ellos san Alfonso de Ligorio y el Concilio Vaticano II. María cuida con extremo esmero de cada uno de nosotros, procurando de mil maneras preservarnos de desastres y calamidades. Y como la «nueva Eva», la «Madre de los vivos», María es la que nos lleva a la Verdadera Vida, ¡la Vida en su Hijo, Cristo!
- Y esta Madre tiene un poder extraordinario: ¡es la Reina del Cielo y de la Tierra! Reconocida desde los primeros siglos como Madre del gran Rey, y por tanto Rey por derecho propio, María ha sido cantada como Reina por la Iglesia desde la antigüedad, en la Salve Regina / Dios te salve, Reina; Regina Caeli / Reina del Cielo.
Así, nuestra Madre, llena de ternura por cada ser humano, ejerce el poder de su Reinado en nuestro tiempo más que nunca.
Jesús, en la aparición de San Nicolás, nos dice:
« Las almas vendrán a mí a través de su Corazón Inmaculado. Mi Madre debe ser aceptada. El mundo debe descubrir las riquezas que aporta a los cristianos. He elegido el Corazón de mi Madre para que se cumpla lo que pido. »
Desgraciadamente, lo que Jesús anunciaba no se realizaría sin pruebas. En la hora de la Virgen María, la Madre de Dios y de los hombres se encuentra en el centro de una gran y terrible batalla…
Así hemos llegado a «La hora de María». Tras su discreta presencia en los Evangelios, la Madre de Cristo se ha ido revelando al mundo a lo largo de los siglos, como una joya deslumbrante puesta a la luz. Y ahora estamos en la aurora de su Triunfo… ¡ Esta Victoria marcará un cambio extraordinario para la humanidad!
El Rosario lo confirma
Si observamos los misterios del Rosario, veremos que todos están centrados en Jesús, el Redentor. María está muy presente, por supuesto, pero en los 3 últimos misterios ocupa un lugar particularmente importante, puesto que Jesús ya no está en la tierra: en Pentecostés María está en medio de los apóstoles para pedir el Espíritu Santo. Después está el misterio de su Asunción y, por último, su Coronación en el Cielo. La Madre de Cristo tiene un papel importante que desempeñar después de la partida de Jesús al Cielo. En la última parte de la historia de Dios con los hombres, desempeña un papel muy especial. Su Hijo le concede este honor.
La mujer del Apocalipsis
En el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, la Virgen María aparece como “una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de 12 estrellas en la cabeza”.
Esta poderosa imagen de la Virgen María ha quedado milagrosamente impresa desde hace casi 500 años en el manto del indio San Juan Diego en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en México. Así pues, la Virgen María parece haber estado preparando la revelación de su poder durante 5 siglos, ¡porque sólo la ciencia moderna es capaz de sacar a la luz los increíbles milagros que encierra la imagen de la Mujer vestida de sol!
El principio y el fin de la gran batalla
Como nos revela el Apocalipsis, en estos últimos tiempos que puede que estemos viviendo, la Virgen María es la que se enfrenta al dragón rojo del mal. He aquí un texto muy esclarecedor, tomado de las revelaciones a María de Jesús de Ágreda, que nos ayuda a comprender el origen de esta gran batalla, tan decisiva para nosotros:
En los primeros días de la Creación, la rebelión de Lucifer, el ángel más hermoso, estalló cuando Dios anunció a los ángeles la unión hipostática del Verbo con la naturaleza humana y la obligación que tenían de adorar al Dios-Hombre, Jesucristo. Lucifer se indignó. Orgulloso y celoso, hubiera querido para sí una unión tan honrosa y se negó con blasfemias a adorar a un Dios humanizado, con el pretexto de que la naturaleza angélica es superior a la humana.
Entonces Dios ordenó a los ángeles que reconocieran como su Reina a la mujer en la que iba a tener lugar la Encarnación del Verbo y que, por este privilegio, iba a superar en cualidades y gloria a todas las demás criaturas. Se la mostró de forma imaginaria, como la describe San Juan, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y coronada con 12 estrellas, dando a luz a un niño divino.
Entonces Lucifer y sus seguidores se alzaron contra esta mujer y su supremacía:
– « La orden de inclinarse ante ella es injusta e inicua para mi grandeza, dijo el líder de estos rebeldes. ¡Derribaré vuestros designios y privaré a esta mujer del honor que pretendéis para ella!.
– Pues bien, replicó Dios, esta mujer a la que no queréis honrar os derrotará y aplastará vuestra cabeza.»
Extracto de «La Mística Ciudad de Dios», 1602, texto estimado y admirado por 7 papas y multitud de cardenales, obispos y teólogos.
¿Con o sin la Virgen María?
Así pues, el enemigo de Dios y de los hombres dirige su odio principalmente contra la Virgen María, de la que está tan celoso. Por eso persuade a los que le siguen para que no honren a la Madre de Cristo, para que la desprecien o la ofendan. En el seno de la Iglesia hay grandes divisiones sobre María. Algunos se niegan a reconocer sus apariciones, a escuchar sus mensajes, o simplemente no hablan nunca de ella…
Sin embargo, he aquí unas poderosas palabras de Jesús, pronunciadas en San Nicolás, Argentina:
« En el pasado, el mundo fue salvado por el arca de Noé. Hoy, el arca es mi Madre. Quien rechaza a mi Madre, me rechaza a mí » (diciembre de 1989).
“Si esta generación no quiere escuchar a mi Madre, perecerá. Pido a todos que la escuchen” (1986).
Y en Akita, Japón, en 1973, la Virgen María dijo:
«Sólo yo puedo salvaros aún de las calamidades que se acercan;3
Lucha en torno al 5º dogma mariano
Un ejemplo llamativo de esta lucha en torno a María es el quinto dogma mariano propuesto por numerosos obispos y cardenales de todo el mundo: «María Corredentora, Medianera y Abogada».
Solicitado por la Virgen María durante su aparición en Amsterdam en 1945 (aparición reconocida por el obispo local, pero luego cuestionada por la jerarquía), este último dogma mariano está en el centro de una batalla violenta, pero oculta…
Los obispos y cardenales que piden su proclamación aseguran que, al conceder este gran honor a la Madre de Dios, ¡este dogma le permitirá desplegar todo su poder de intercesión por la Humanidad!
¡Nuestra Madre nos necesita ahora!
En nuestros días de gran apostasía y confusión, cuando el enemigo de Dios y del hombre está llevando a todos los pueblos a no respetar más las 10 Leyes de la vida dadas por Dios, la Virgen María es la que «aplastará la cabeza de la serpiente».
Sí, lo sabemos de antemano, la Madre de Cristo ganará la batalla. En Fátima, lo dijo con perfecta seguridad: «Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará».
Pero para que la Virgen María despliegue toda su estatura e influencia, hay una condición absoluta: ¡debemos ayudarla! Al igual que Dios mismo, su Madre no puede imponer nada a los seres humanos. Para protegernos y guiarnos hacia su Hijo, para conducirnos a la verdadera Paz y Felicidad, ¡necesita nuestro Sí y nuestra colaboración!
¿Cómo hacerlo?
Respondiendo a sus peticiones muy precisas e insistentes:
- Rezar el rosario todos los días de corazón.
- Encontrar a su Hijo en la Eucaristía y en la adoración lo más posible.
- Hacer sin demora la devoción del primer sábado de mes.
- Ofrecer ayunos y sacrificios.
¿Cuáles elegiremos poner en práctica a partir de ahora?
Pues todo será que nuestra Madre celestial pueda hacer maravillas con nuestras humildes ofrendas..!