Tengo que reconocer que descubrí la oración del rosario bastante tarde. Antes, dudaba en rezar el rosario porque me aburría. Pero si yo he conseguido hacerlo, aunque no sea un santo, entonces los demás también pueden. He aquí mi testimonio…
Recuerdo mis primeras experiencias con esta oración, hace muchos años, cuando, como organista, tocaba para el rosario recitado por el Papa Juan Pablo II para Radio Vaticano; solíamos cantar antífonas antes de recitar los misterios. Pero esta oración no me resultaba fácil.
Curiosamente, redescubrí el rosario cuando el papa Francisco nos invitó a recitarlo en una ocasión especial, creo que fue en 2019. Empecé con un misterio al día, y poco a poco conseguí mantener el ritmo diario hasta hoy con los cinco misterios.
Lo recito antes de irme a dormir y a menudo me duermo recitándolo. Lo veo como algo bueno: me gusta dormirme rezando. Espero que la oración me acompañe durante toda la noche, con esta hermosa antífona de Completas, cuya melodía gregoriana siempre me ha gustado, Salva nos, Domine, vigilantes… «En la vigilia, sálvanos, Señor; en el sueño, no nos abandones, vela el corazón con Cristo y descansa el cuerpo en paz». ¡Qué hermosa antífona, breve pero intensamente espiritual!
A excepción del anuncio de los misterios del rosario, me gusta recitar esta oración íntegramente en latín. Al hacerlo, siento que me uno a todas las almas que, a través del tiempo y del espacio, han recitado esta oración eminentemente contemplativa. El rosario no es una oración reservada a las ancianas; al contrario, debe considerarse un arma.
El padre exorcista Paolo Carlin explica por qué el rosario es un arma formidable contra el demonio:
« En primer lugar, es una oración que expresa veneración y amor a la Madre de Dios, que nos conduce a Jesús. Honor a la Santísima Trinidad, que se invoca cinco veces en una serie del rosario, honor al Padre porque se recita el Padre nuestro. Sobre todo, hay un elemento de reflexión vinculado al Evangelio que se inserta en cada misterio del rosario. El segundo elemento es humano. El rosario es una oración constante, repetitiva, y esto provoca verdaderas transformaciones. Quien comienza el rosario con rabia, lo termina apaciguado. »
La victoria de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, se atribuye a la intercesión de la Santísima Virgen María a través de las oraciones del rosario. Para conmemorar este acontecimiento, San Pío V instituyó la fiesta de María, Reina de la Victoria. Su sucesor, Gregorio XIII, cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario. Naturalmente, no debemos pensar que San Pío V no fuera un devoto del Rosario; como buen dominico, era profundamente devoto de él y ya había promovido esta práctica de oración. Ya en 1569 publicó una Bula para promover esta piadosa práctica mariana. En este documento, el Pontífice recordaba la práctica del rosario entre los dominicos y destacaba especialmente la devoción mariana del fundador, así como la devoción de sus predecesores a esta oración. El Papa nos anima a seguir estos buenos ejemplos:
« Siguiendo el ejemplo de nuestros predecesores, viendo que la Iglesia militante que Dios ha puesto en nuestras manos, está agitada en estos tiempos por muchas herejías, y gravemente turbada y afligida por tantas guerras y por la depravación de las costumbres humanas, también nosotros levantamos los ojos, llorosos pero llenos de esperanza, hacia este mismo monte, del que procede toda ayuda, y animamos y exhortamos a todos los fieles de Cristo a hacer lo mismo en el Señor. »
El rezo del rosario necesita ciertamente ser enseñado. No es espontáneo como otras oraciones, porque requiere la capacidad de dedicar tiempo a esta práctica piadosa. Pero si yo, que no soy un santo, lo he conseguido, creo que los demás también pueden hacerlo.
Benedicto XVI dijo en el Ángelus del 7 de octubre de 2007:
« La imagen tradicional de la Virgen del Rosario representa a María sosteniendo al Niño Jesús en un brazo y entregando el rosario a Santo Domingo con el otro. Esta iconografía muestra que el rosario es un medio dado por la Virgen para contemplar a Jesús, meditando sobre su vida, y para amarlo y seguirlo cada vez más fielmente. Esta es la petición que hizo la Virgen en sus diversas apariciones, especialmente en Fátima hace 90 años. Presentándose como «Nuestra Señora del Rosario» a los pastorcillos Lucía, Jacinta y Francisco, les exhortó a rezar el Rosario todos los días para conseguir el fin de la guerra. También nosotros queremos responder a la maternal petición de la Virgen, comprometiéndonos a rezar con fe el Rosario por la paz en nuestras familias, en nuestras naciones y en el mundo entero. »
Creo que este deseo es hoy en día aún más urgente.