Abogada de éxito en la industria petrolera, la mexicana María Guadalupe renunció a su vida de éxito, dinero y mentiras para seguir la voluntad de Dios y poner su talento como abogada al servicio de la Virgen de Guadalupe….
Una vida predestinada
María Guadalupe nació en Ciudad de México el 6 de diciembre de 1974 y, al dar a luz, su madre recibió la Sagrada Comunión. Luego, su abuelo, como cabeza de familia mayor, eligió su nombre de pila, María Guadalupe, y la fecha de su bautizo: el 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Así comenzó su vida, bajo la bendición de la Emperatriz de las Américas.
Abogada de prestigio
Tras una infancia influida por la profunda fe de su abuelo, María Guadalupe se licenció en Derecho y se hizo abogada. A partir de entonces, dedicó toda su energía a su carrera. Trabajó en un clima de competencia constante; tenía que ser la mejor, ganar cada vez más dinero… Vivió en Estados Unidos, Suecia y luego Corea del Sur. Tiene todo lo que quiere: casa, piso, ropa bonita y viaja mucho…
Pero cada vez es menos feliz. Es católica, sin entender realmente lo que eso significa, sin vivir su fe. Cuando el gobierno mexicano la contrató para ayudar a introducir nuevas leyes energéticas, alcanzó la cima de su carrera. Salía en la televisión, en la radio, en los periódicos, estaba en todas partes…
¡Es hora de elegir!
María Guadalupe se da cuenta de que le piden que mienta, que engañe, que acepte la corrupción. Pero no puede hacerlo, y eso la entristece porque se siente incapaz de hacer su trabajo. Entonces, en un caso importante, tiene que hacer las cosas de la manera más ilegal. Durante 3 meses, se resistió y propuso alternativas legales, pero nada convenía a su empleador…
Así que se confesó, habló con el cura y volvió a ver a su jefe, al que le dijo: «Me contrataste porque era católica, y por eso no puedo hacer lo que me pides. Le sugiero que haga las cosas bien o tendré que dimitir«. Le está costando mucho porque 30 personas trabajan para ella en este proyecto y cuentan con ella… Pero su jefe acepta su dimisión y le asegura que hará todo lo posible para que nunca encuentre otro trabajo.
La llamada de Dios
Fue entonces cuando Dios tocó su corazón y su vida cambió. Vivía cerca de una iglesia y se acostumbró a ir todos los días. Un domingo, al final de la misa, su corazón se conmovió y lloró durante largo rato. Unas semanas más tarde, el sacerdote le sugirió que aprendiera sobre el amor de Dios. A partir de entonces, durante 5 años, rezó fielmente para descubrir la Voluntad de Dios en su vida.
Y un día, por fin, ¡recibió una señal! Se encontraba en el cerro del Tepeyac, donde se apareció la Virgen de Guadalupe en 1531. Un grupo de colombianos había acudido al santuario para agradecer a la Virgen María gracias extraordinarias. El hombre que encabezaba el grupo se acercó a María Guadalupe y a su acompañante, abrió su cartera y dijo:
« Dios quiere 3 cosas de este dinero que os doy: que tengáis una buena comida juntos, que utilicéis parte de este dinero para llevarle a sus hijos y, por último, que la tercera parte se entregue a una obra de caridad en su nombre. »
El arte de servir a Nuestra Señora de Guadalupe
María Guadalupe no entendía lo que significaba llevarle a sus hijos. Justo cuando estaba a punto de salir del santuario, una señora salió de la nada y le pidió información sobre la Virgen de Guadalupe. El ex abogado le explicó la historia de las apariciones de la Virgen María al indio Juan Diego en 1531.
El Colombiano que acababa de darles el dinero se acercó a María Guadalupe y le dijo: «Esto es exactamente lo que la Virgen de Guadalupe quiere de ti«. Y ¡esa es la señal! De ahora en adelante, María Guadalupe iba a poner sus dotes de brillante abogada al servicio de la Santísima Virgen.
Promesa cumplida
Desde aquel día, María Guadalupe ha llevado a cientos de personas a Nuestra Señora de Guadalupe. En este primer santuario mariano de América, situado en la confluencia entre América del Norte y América Latina, la Virgen María hizo esta magnífica promesa a Juan Diego:
« Yo soy la Madre más misericordiosa, la tuya y la de todos los hombres de esta tierra. Escucharé sus quejas y las remediaré, y sanaré sus miserias, sus dolores y sus penas. »
Durante años, María Guadalupe ha presenciado con asombro cómo la Emperatriz de las Américas cumple su promesa, concediendo numerosos milagros de curación, conversión y liberación del mal…
Una revelación para nuestro tiempo
Sorprendentemente, Nuestra Señora de Guadalupe apareció bajo la apariencia de la Virgen del Fin de los Tiempos, la Mujer del Apocalipsis rodeada por el sol, con la luna bajo sus pies y una corona de 12 estrellas sobre su cabeza.
Y, lo que es aún más sorprendente, parece que esta aparición del siglo XVI está especialmente relacionada con nuestra época. Porque los signos ocultos en la Tilma* (el manto con la misteriosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe impresa en él) sólo podrían haber sido revelados por la ciencia moderna, ¡como si estuvieran destinados a nosotros, que vivimos en el siglo XXI!
Un mensaje que nos espera desde hace 4 siglos
Entonces, ¿cuál es ese mensaje que la Virgen de Guadalupe lleva tanto tiempo preparando para nuestra época posmoderna? Debe ser muy importante para ella haber elegido a un prestigioso abogado para defender su causa…
En el estado actual de los conocimientos, el mensaje puede interpretarse de la siguiente manera:
- En primer lugar, la Virgen María llama a sus hijos, es decir, a todos los seres humanos, para cuidarlos, curarlos, protegerlos y librarlos del mal.
- Además, los historiadores afirman que la aparición de la Virgen en 1531 puso fin a los innumerables sacrificios humanos practicados por la religión azteca, ya que la población se convirtió al catolicismo, evitando así decenas de miles de sacrificios.
¿Y hoy? La característica excepcional de Nuestra Señora de Guadalupe es que la Virgen María se revela embarazada. De ahí su título, dado por San Juan Pablo II, de «Patrona de los no nacidos«. ¿No es esto un signo de los millones de abortos que se producen hoy en día?
Y aquí está el corazón del mensaje, el objetivo final de Nuestra Señora de Guadalupe, que ha sido recientemente sacado a la luz por una nueva y muy precisa traducción del relato de la aparición:
«Estoy dispuesta«, dijo Nuestra Señora de Guadalupe a Juan Diego, «y deseo ardientemente que en este lugar se me erija una casa de Dios para mostrarle, alabarle, manifestarle y darle a todos.»
Así pues, ¡el objetivo de la Virgen María es conducir a todos los hombres a Dios! ¡Sólo allí puede encontrarse la felicidad de la humanidad!
Prefiero mil veces esta vida a la anterior
La ex abogada María Guadalupe, que participa en esta maravillosa misión, no querría volver a su antigua vida por nada del mundo. El dinero, la fama, los viajes, la ropa bonita… ¡todo eso no es nada comparado con el amor infinito de Dios!
A los pies de la milagrosa Tilma de Nuestra Señora de Guadalupe, dice con una sonrisa:
« Hoy persigo la voluntad de Dios y, si pudiera volver a hacerlo todo, ¡lo haría de nuevo sin dudarlo! »
* La Tilma Milagrosa es el manto que llevaba el indio Juan Diego, en el que quedó impresa misteriosamente la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Se llama «milagrosa» porque la ciencia es incapaz de explicar varios fenómenos:
- El manto, hecho de fibras naturales de agave, debería haberse deteriorado en 30 años, pero durante 400 años ha permanecido intacto y brillando tanto como el primer día. Ni siquiera el humo de las velas que arden continuamente en el santuario y el ácido vertido accidentalmente sobre la Tilma la han alterado lo más mínimo.
- La imagen de la Virgen María fue impresa de forma desconocida, sin pigmentos ni ningún proceso conocido (como en el caso de la Sábana Santa de Turín).
- Las constelaciones de estrellas en el manto de la Virgen muestran el mapa del cielo en el momento preciso de la aparición, el 9 de diciembre de 1531.
- Los oftalmólogos modernos han detectado, en los ojos de la imagen de la Virgen, las siluetas reconocibles de Juan Diego y del obispo cuando abrieron la Tilma. Es más, las pruebas oftalmológicas demostraron que la pupila reaccionaba significativamente a la luz, como si los ojos de la imagen de la Virgen estuvieran misteriosamente vivos.
Entrevista realizada por Marie-Eve Bourgois en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México