Esta es la historia de un acontecimiento inaudito: ¡el milagro del Puente de Hielo, conocido como «Puente de los Rosarios«, ocurrido en 1879 en Canadá! Es una de las intervenciones celestiales más maravillosas debida al rezo fervoroso del rosario…
Los actos de fe preparan para los milagros
Jacques Cartier, descubridor de Canadá en 1534, tenía una gran fe, y la imagen de la Virgen María estaba entronizada en la proa de su velero. Mientras exploraba el río San Lorenzo, plantó una gran cruz de madera en un lugar concreto: junto al Cap de la Madeleine, cerca de Trois-Rivières.
Y este Cap de la Madeleine, cien años más tarde, fue legado por Samuel de Champlain, el fundador de Canadá, a la Virgen María. ¡Sí, ante notario, Champlain nombró heredera a la madre de Cristo!
¡Es en esta tierra bendita donde se producirá el increíble milagro!
¡No dejes tus rosarios a los cerdos!
Cuando el padre Luc Désilets fue nombrado en 1864, se sintió abrumado al ver que la parroquia de Cap de la Madeleine estaba casi abandonada. Sus feligreses vivían la mala vida, y sólo asistían a misa unas diez personas. El padre Désilets, que se ha consagrado a la Virgen María y lleva con fervor el Escapulario de Nuestra Señora del Carmelo, se encuentra un día desolado. Fue a la iglesia y rogó a la Virgen María que le diera el Secreto para encender la fe de sus feligreses.
Fue entonces cuando un ruido inusual atrajo su atención en la capilla lateral. Se acercó y se sorprendió al ver a un joven cerdo que estaba comiendo tranquilamente un rosario delante del altar de la Virgen.
Con gesto apesadumbrado, el abad recupera el objeto bendecido, y de pronto comprende: «a la gente se le cae el rosario, y son los cerdos quienes lo recogen”.
Reza a la Reina del Rosario… ella reavivará la Fe
Al día siguiente, el padre Désilets, con el rosario profanado en el bolsillo, recorrió su parroquia, de casa en casa, para reclutar gente; acababa de crear la «Cofradía del Rosario». Para apuntarse, basta con comprometerse a rezar el rosario una vez a la semana… Desde el primer día, se apuntaron 32 personas, y el número aumentó rápidamente… ¡hasta 3000 personas! Y las gracias abundan…
El vicario, Louis Duguay, explica que a María le gusta comunicar sus favores por medio de rosas benditas, símbolos del Ave María del Rosario: «Los prodigios que el párroco Désilets obtiene gracias a la Reina del Rosario por medio de rosas benditas son innumerables, curaciones repentinas, conversiones…».
¡Tendremos nuestro puente de hielo!
Esta devoción a Nuestra Señora transformó la parroquia. Renace la fe… y pronto la iglesia se queda pequeña, urge construir una más grande. Las piedras había que cogerlas del otro lado del río, y había que hacerlo en invierno, sobre el río helado.
Pero ese invierno no pasó lo que pasaba todos los inviernos. Excepcionalmente, ¡el río no se congeló! Pasó noviembre, pasó diciembre y nada. Enero y febrero, ¡todavía sin hielo! ¡Es un desastre! A partir de marzo, el río ya no podrá congelarse, por lo que la tan esperada iglesia no podrá construirse…
Pero el padre Désilets tiene fe, ¡una fe que soporta montañas! Hace rezar el rosario a los feligreses todos los domingos y, a mediados de marzo, afirma que se construirá un puente de hielo, muy pronto, para la fiesta de San José, a quien pide refuerzos…
La improbable travesía
La mayoría de los feligreses están desanimados. La promesa de su párroco era sencillamente imposible.
Entonces, el 14 de marzo, un viento repentino arranca trozos de hielo de las orillas río arriba, produciendo innumerables islas de hielo flotante que se amontonan, curiosamente, sobre el agua enfrente a la iglesia. Entre las islas, una capa de nieve grumosa se ve flotando. Sería una locura aventurarse… ¡y sin embargo el vicario hace un llamamiento a los que quieran venir a hacer la travesía con él después de rezar las vísperas!
Quince hombres se ofrecieron voluntarios, y allí estaban, caminando sobre los inestables restos de hielo, y acelerando el paso sobre la capa de nieve donde los pies se hundían peligrosamente, a veces tocando el agua. Debajo de ellos está el río profundo y helado. Si la nieve cede eso significa la muerte segura…
El vicario varias veces tiene la tentación de dar marcha atrás, pero el pensar en los pecados que se cometerían sin la iglesia le empuja a desafiar todos los peligros. La travesía es interminable, pues el río en este punto tiene un kilómetro y medio de ancho. La última parte se hace sobre una superficie horriblemente fina… ¡y el improbable puente les lleva a la otra orilla!
El Cielo responde a tiempo
Sí, pero ahora, ¿cómo transportar las 2.400 toneladas de piedras por un puente tan frágil?
Escuchando sólo a su Fe y a su coraje, los hombres cogen ramas de abeto que plantan en el frágil hielo para marcar un camino. Al caer la noche, continuan de rodillas, tanteando en medio del río, ¡sin que ninguno se mojara ni un pie! Otros feligreses acudien a reforzarles, y durante dos noches y dos días trabajan duro para consolidar el puente arrojando agua del río con palas para espesar el hielo.
Fue en medio de una de esas noches cuando un valiente obrero dijo, señalando la ventana iluminada del presbiterio donde el padre Désilets descansaba por enfermedad: «¡No es el hielo el que nos sostiene, son los rosarios de nuestro párroco!
El 19 de marzo, fiesta de San José, como había predicho el padre Désilets, ¡el puente milagroso allí estaba !
El milagro del puente de los rosarios
A continuación, tras la misa y las instrucciones y bendiciones del abad, comienza una increíble procesión: los campesinos de la parroquia, con sus caballos enjaezados a grandes trineos, son enviados en misión por el exiguo puente de hielo, que no ofrece ninguna seguridad. Al otro lado, cargan cada uno alrededor de una tonelada de piedras, y regresan por el mismo camino, que se hunde bajo el peso y se inclina peligrosamente… Durante 8 días, van y vienen sin interrupción, voluntariamente, abandonando el trabajo de sus granjas.
La Virgen María les ha concedido este milagro extraordinario, por lo que trabajan fielmente a su servicio. Y cuando están preocupados porque las huellas de los trineos se hunden hasta casi tocar el agua del río, miran a la ventana iluminada del presbiterio y los rosarios incesantes de su párroco les tranquilizan y animan…
Además, el abad ha pedido a las mujeres y a los niños que recen también el rosario, turnándose día y noche para evitar accidentes. Porque sólo las oraciones sostienen el puente.
Al octavo día, algunos hombres volvieron corriendo y gritaron que detuvieran los convoyes porque el hielo se estaba rompiendo. Qué casualidad… ¡acababa de llegar el último cargamento!
¿Cómo se consiguen los milagros?
Con las toneladas de piedras transportadas por el fantástico «Puente de los rosarios», se construye una gran iglesia solemnemente dedicada a… ¡Nuestra Señora del Rosario!
Entonces, el carácter sobrenatural del acontecimiento, atestiguado por cientos de personas, atrajo a la multitud. Nuestra Señora del Cap se convierte en un gran Santuario de Canadá donde innumerables peregrinos obtienen grandes favores y muchos milagros…
De hecho, el Cielo nos ha dado, con este puente de hielo, una enseñanza extremadamente preciosa:
Pues si combinamos :
- Una intención correcta
- Una fe que no falla
- Un trabajo diligente y libre
- Y el Rosario…
… ¡entonces estamos listos para ver milagros extraordinarios!